Violencia de alta gama en París, Berlín y Casablanca
Fenómeno de audiencia en Chile y el mundo, la cuarta parte "John Wick 4", la saga protagonizada por Keanu Reeves entusiasmó también a la crítica especializada debido a sus sofisticadas escenas de acción.
Algo interesante está pasando durante los últimos años: los géneros se llenaron de discursos para, de alguna manera, retratar las problemáticas del mundo en que vivimos. El fenómeno, producto de creadores lúdicos que vieron en la tradición un buen vehículo para abordar nuevas inquietudes, ha sido fructífero aunque podamos ver también sus vicios. Es decir, películas o series de género que se ven forzadas a tener que hablar de feminismo, racismo u otros asuntos fundamentales dentro de la agenda global. Lo admirable de "John Wick 4" -fenómeno de audiencia en Chile y el mundo por estos días- es que esquiva esta tendencia para presentarse como un excesivo festín de escenas de acción al por mayor. No es algo nuevo, por supuesto. Esto viene ocurriendo en el cine estadounidense desde los años 80 con una dicotomía clara: los elogios de la audiencia masiva se ven frenados por el repudio de la crítica y los comentaristas públicos que, de tanto en tanto, reflexionan sobre la influencia de los medios masivos en la violencia social contemporánea. Curiosamente, en el caso de "John Wick 4" el entusiasmo viene tanto del público como de la crítica. ¿Por qué?
Vamos por parte. La ausencia de una trama compleja facilita el consumo de lo que todo el mundo quiere ver, es decir, escenas de acción. No es necesario ver las tres películas anteriores para entender que el personaje de Keanu Reeves está siendo perseguido por una suerte de secta peligrosa llamada La Mesa Alta -liderada por un sofisticado y cruel tipo conocido como El Marqués- que le puso precio a su cabeza. Además de sus integrantes (destaca el chileno Marko Zaror), hay otros "cazadores" que buscan beneficiarse eliminando a Wick.
Listo. No hay mucho más que entender.
Los diálogos tampoco abundan. La pista queda despejada para una cacería en Nueva York, Osaka, Berlín, París y Casablanca. Al comienzo de la película ya tenemos a Reeves disparándole a unos árabes sobre un caballo en el desierto. Después lo veremos enfrentando a cientos de villanos en un hotel japonés, en una fiesta Rave de Berlín o por las calles de París, reservadas para los recursos más espectaculares, como una persecución automovilística alrededor del Arco del Triunfo.
Para marcar la diferencia, el director Chad Stahelski extiende las escenas de acción a duraciones pocas veces antes vistas. Lo interesante es que los recursos no se repiten sino que se van desplegando con ingenio, bebiendo de fuentes como el cine hongkonés de los 80, el cómic e incluso la estética neo-gótica-futurista de apuestas como "Matrix". El abanico de influencias, referencias y habilidades explica acaso los insospechados elogios de la crítica, porque saber coreografiar cuerpos y máquinas en movimiento es también un logro cinematográfico. "John Wick 4" es un festín de sangre de alta factura.
Keanu Reeves interpeta a Johnathan "John" Wick, un asesino profesional, apodado "Baba Yaga".
En resumen
En Rotten Tomatoes, el 95% de las 240 reseñas de los críticos son positivas para la trama de "Baba Yaga" o el hombre del saco.
Por Andrés Nazarala
fotograma