Lo ocurrido la noche del martes en la bahía de Corral, con el trágico saldo de seis personas fallecidas en un accidente marítimo, nos lleva a reflexionar sobre varios aspectos.
E n primer término surge el tema de la seguridad, porque, sin buscar culpabilidades, es evidente que algo se hizo mal, que fallaron medidas destinadas a garantizar el buen desempeño de quienes se encargan de tareas fundamentales para los habitantes de la vecina comuna, como las labores extractivas cumplidas por los tripulantes de la nave que resultó destrozada.
Habrá explicaciones acerca de lo ocurrido, pero qué poco valor alcanzan cuando se ha perdido vidas humanas. Ante esto, solamente cabe solidarizar con las familias de las víctimas y, por supuesto, revisar los protocolos de resguardo en los cuales se desempeñan las labores de pesca.
Por otra parte, en un momento tan difícil como el que estamos soportando como país, una terrible noticia como ésta aumenta el pesar no solamente de los cercanos a las víctimas, sino de la comunidad en general.
Por lo mismo, es imprescindible e impostergable que cada uno de nosotros ponga su mejor esfuerzo para colaborar atenuando el sufrimiento del resto. En este caso se activa una alerta respecto de la prevención laboral y compete a las autoridades apoyar la realización de todas las investigaciones que resulten necesarias para clarificar lo ocurrido en este accidente, junto con tomar las providencias para que no se repita .
Además hay otro aspecto que no se debe dejar de costado y tiene que ver con las personas que deben seguir adelante con las labores productivas cuando lo más aconsejable es que ojalá todos permanezcamos en nuestros hogares.
Así como el personal de los sistemas de salud debe continuar desarrollando su labor, hay otros frentes que tampoco pueden ser dejados de lado, por múltiples razones. Quienes se encargan de estas tareas deben contar con las mejores condiciones de seguridad. Esto es igualmente prioritario.