"La educación es una herramienta extraordinaria para salir adelante"
DOCENTE. Trabaja desde hace 44 años en la jornada nocturna del Instituto Comercial.
Con 48 años dedicados a la educación de personas jóvenes y adultas, Hernán Medina Tejos señala que se siente satisfecho por la labor realizada, pero aún tiene un par de desafíos antes de iniciar su propia recorrido en la tercera edad: "La enseñanza ha sido una experiencia maravillosa, que me ha permitido entregar herramientas para que muchas personas puedan construir su propio destino".
Su trayectoria laboral incluye los liceos Comercial y Nocturno de Osorno; y 44 años en el Instituto Comercial de Valdivia, donde es profesor e inspector general de la jornada nocturna.
También fue inspector general de los hogares universitarios Huachocopihue Masculino y Femenino ("otra experiencia que marcó mi vida"), el Hogar Licarayén y coordinador de los ocho hogares de la Uach. Actualmente es funcionario de la Biblioteca de la Uach, integrante del comité paritario y la Comisión Covid de la Uach, además de miembro titular del comité asesor del consejo nacional de comités paritarios de universidades chilenas.
En las aulas
¿Por qué se decidió por la enseñanza de jóvenes y adultos?
-Es una decisión ligada a una formación familiar donde debido a que mi padre era ferroviario y pasaba mucho tiempo fuera de casa, la educación estaba a cargo de mi madre, alrededor de una radio y del tocadiscos en cual escuchábamos cuentos. Además, nos guiaba en un contexto religioso cristiano en la Iglesia Bautista. Ahí teníamos muy buenos profesores y la formación era un modelo bonito y de servicio. En Osorno, a los 16 años iba con mis profesores a lugares como Pargua y Purranque, a enseñar a leer a los ancianos. A los 17 años conocí el complejo maderero de Panguipulli, Quechumalal y Neltume, donde enseñábamos a personas de 60 años, que además no tenían lentes. Entonces, luego de ir una semana en invierno, volvimos en el verano con lupas para que pudieran leer. Con un libro de la iglesia, los guiábamos para que aprendieran a leer a través de la Biblia. Esa experiencia tocó mi corazón.
¿Qué ocurrió después?
-Al comienzo quería ser diplomático e ingresé a estudiar Ciencias Políticas en 1973, en Osorno, pero cuando se reabrió la universidad en noviembre, la carrera ya no existía y la habían cambiado por administración pública. Estaba haciendo clases en Osorno, hablé con mi familia, dejé de estudiar durante dos años, pero me di cuenta que no podía ejercer sin título. Y me decidí por la docencia.
¿Así dio el paso hacia Valdivia?
-En 1976 llegué a estudiar Pedagogía en Filosofía en la Uach. El 31 de marzo de ese año renuncié a mi trabajo en Osorno, el 1 de abril me presenté en la universidad y el mismo día, a las 19 horas llegué a buscar trabajo al Instituto Comercial. Me recibió el director Erico Delgado. A las 19.15 me presentó en la sala de profesores y a las 19.20 estaba comenzando a hacer clases. De eso, hace 44 años, de los 48 que he trabajado como profesor y salvo un par de horas para completar jornada, siempre en la educación de adultos.
¿Cree que la educación de jóvenes y adultos en nuestro país tiene la importancia que merece?
-En el inicio, el concepto de educación debemos ponerlo en la familia. La importancia que le damos a la educación de nuestros hijos en el hogar es vital. Desde esa perspectiva, la educación es una herramienta extraordinaria para salir adelante. Los jóvenes que recibimos llegan con la inquietud de salir adelante, porque estamos ante un inmenso mundo de posibilidades. Esto es como un lago inmenso y la barca de tu vida la estás conduciendo tú. De ti depende a donde quieras llegar, les decimos. Y nosotros estamos para ayudarlos. Si izan las velas, hay un grupo de profesores que tiene la preparación y el ánimo para que sigan adelante y este país sea diferente. El país necesita invertir más recursos para mejorar la educación y que mucha gente llegue a la meta que se ha propuesto.
¿Cómo se motiva a jóvenes que están desmotivados o han abandonado la educación regular y seguido otros caminos?
-En la educación de adultos, compartimos con nuestros alumnos que esta es una segunda y maravillosa oportunidad que no se puede desaprovechar y nuestro trabajo es guiarlos. La mayoría de nuestros estudiantes llega desmotivada, con una mochila de conflictos familiares, sociales y económicos, en donde para muchos, estudiar en la noche es un escape del hogar. Ahí está el trabajo del docente, para recuperarlos. Hoy contamos con más herramientas, los colegios nocturnos tenemos sicólogos, asistentes sociales. En el Instituto Comercial postulamos un proyecto que nos permitirá alcanzar un alto grado de retención escolar. De la matrícula de 60 estudiantes, habíamos perdido la mitad debido a la pandemia. Hasta esta semana, hemos recuperado a unos 20 estudiantes que querían abandonar todo.
¿En qué consisten las redes pedagógicas?
-Son estrategias de apoyo generadas por el Ministerio de Educación, para coordinar el trabajo de los docentes de jornada nocturna, intercambiar experiencias, modelos de aprendizaje, analizar y compartir estrategias de evaluación que nos lleven a tener mayores y mejores herramientas de enseñanza. La Red Lincoyán, de la cual soy coordinador, abarca a todos los colegios nocturnos de tercera jornada de Valdivia y estamos empeñados en trabajar con ellos a través de talleres, capacitaciones y evaluaciones que permitan encantar al alumno.
¿Cuáles son sus próximos desafíos?
-Me quedan varios: mi mayor anhelo es culminar mis carreras laborales en el Instituto Comercial y la U. Austral; que la pandemia me permita celebrar los 100 años de mi madre, el 15 de abril del próximo año en Osorno; e integrarme al grupo de la tercera edad Nuevos Desafíos.
"El país necesita invertir más recursos para mejorar la educación y que mucha gente llegue a la meta que se ha propuesto".
Hernán Medina Tejos, Profesor de Filosofía
Sureño
Profesor de Filosofía Penquista de origen e hijo de padre ferroviario, Hernán Medina Tejos nació el 16 de enero de 1953 en Concepción, pero a los siete meses la familia se trasladó a Osorno y el itinerario continuó en Riñihue, Los Lagos, Temuco y de nuevo Osorno, de donde egresó de enseñanza media. En 1976 ingresó a estudiar Pedagogía en Filosofía en la Universidad Austral y se tituló en 1981. Casado desde hace 39 años con Elfrida Schwerter Riedemann, son padres de tres hijos: Gustavo Adolfo, doctor en Ciencias; Laura Belén, sicóloga clínica; y Roberto Ignacio, estudiante de cuarto año de Odontología en Génova, Italia. A la familia se suma un nieto: Joaquín, de tres años de edad.