El nuevo desafío de la informalidad
Un 96% de todos los empleos creados en el país y la región en los últimos tres meses no se ajustan a los formatos tradicionales. La pandemia dejó nuevas formas de desarrollo laboral y ellas se quedarán. El desafío es lograr que ese cambio no se traduzca en desprotección a las personas.
Distintos actores públicos han destacado con alegría las cifras que, lentamente, comienzan a dar señales vinculadas a la reactivación del país y que se ven especialmente positivas al compararlas con lo ocurrido en 2020 y todos los efectos que el inicio de la pandemia causó.
En Los Ríos es destacable, por ejemplo, que la tasa de desocupación del trimestre móvil mayo - julio 2021 fue de 8,7%, porcentaje menor en 5,6 puntos porcentuales (pp.) frente al año anterior y más bajo que el 8,9 por ciento nacional (ver nota pág. 4).
Entre esos datos, sin embargo, se aprecia también un alza de la informalidad laboral en todo el territorio. De acuerdo al Instituto Nacional de Estadísticas (INE), la tasa correspondiente a personas que realizan labores remuneradas sin contrato se situó en 26,9%. Regionalmente, la cifra llega a 33,0%; desglosada en un 36,5% entre los hombres y un 27,7% entre las mujeres. Los números locales siempre han sido más altos que el promedio nacional en este ítem; pero llama la atención que los actuales se ven parecidos a los que registraba esta zona en el verano de 2020, cuando se hablaba de 33% de informalidad. Al comenzar la crisis (mayo-junio) se produjo una baja al 29,3%, vinculada a las restricciones de desplazamiento que afectaron a las actividades por cuenta propia, las estacionales, el comercio ambulante, entre otras. Es decir, se podría observar ahora un regreso a una cierta "normalidad" pre pandemia, que habla de mayor movimiento económico, pero no necesariamente de mejores condiciones de trabajo.
Hay una tendencia nacional hacia esta situación. El lunes se informó que un 96% de los nuevos empleos creados en el último trimestre en el país son informales y es posible que esta realidad se quede en el largo plazo. La emergencia sanitaria empujó emprendimientos y hay varios sectores de actividades tradicionales en los cuales se habla de escasez de mano de obra, evidenciando una migración de las personas hacia otras maneras de desempeño. Lamentablemente ese cambio puede implicar desprotección social y vulnerabilidad para muchas familias.
Se abre, entonces, el desafío de adecuar las regulaciones actuales a esos escenarios distintos, para que la reactivación no implique vulnerabilidad.