La vida después de observar una casa en ruinas
"Aviso de demolición" (Los Libros de la Mujer Rota) es el primer libro de Gabriela Alburquenque. La escritora y editora de la revista Origami recibió el premio Roberto Bolaño por esta historia.
Tres mujeres de un linaje familiar comparten las páginas de "Aviso de demolición" (Los Libros de la Mujer Rota), el primer libro de Gabriela Alburquenque. La obra obtuvo el año pasado el premio Roberto Bolaño a autores jóvenes, el semillero más visible de las nuevas letras nacionales.
"Cuando Laura llegó, la casa estaba en ruinas", es la frase inicial de la novela. La autora, que fuma del otro lado de la pantalla del Zoom que nos conecta, afirma que "no puedo empezar a escribir una historia sin tener la primera frase. La primera frase va guiando el tiempo, le da la importancia a ciertas cosas, como la llegada de la protagonista a la casa".
Desde esa casa en ruinas se estira la madeja de esta historia. "Vengo de un núcleo de origen marcado por las mujeres. Como la protagonista, a ese nivel: mi mamá y mi abuela son parte fundamental de la historia familiar", acota la escritora, entre caladas y estelas azules.
"El rastreo de lo paterno desaparece, incluso, por ejemplo, con mis tíos, que son padres, desaparecen de las líneas familiares. Funcionan más como hijos que como padres", remata.
MUJERES QUE INSPIRAN
Si hay un árbol de mujeres en la ficción, también en los epígrafes. Por ejemplo, Guadalupe Santa Cruz y la austríaca Ingeborg Bachmann.
"El rastreo de la vida de otras mujeres y otras historias los hago de distintas áreas, también desde la investigación", dice la autora.
Para hallar estas autoras tuvo que romper con la bibliografía que le imponían sus estudios de Literatura: "Me fui haciendo mi propia historiografía, mi propio mapa de lecturas. La idea del canon está bien desmantelada, podemos ir haciendo nuestra propia trayectoria. También fue un poco menos racionalizado de lo que estoy contando ahora, empezó a pasar no más. Me empecé a meter en la escritura de mujeres por la carencia en la bibliografía, que tenía muchas escrituras de hombres. Es una cuestión fundamental, pararse como mujer frente a las historias que se escapan".
pREMIO BOLAÑO
Para Alburquenque, ganar el premio Roberto Bolaño significó que "la confianza externa se materializó para mí como autora. Estoy al tanto de que había otras novelas que también eran muy buenas", cuenta.
El equipo de Origami la instó a participar en el concurso. La escritora cuenta por qué es una de las fundadoras y editora, en un tiempo complejos para los medios de comunicación: "Quería aportar al medio de forma individual y colectiva. Se ha hecho mucha mediación, propuestas de lecturas. La literatura es un lugar donde encontrarnos de forma colectiva. Me parece imposible pensar en una literatura que no se relaciona con el medio con el que trabaja, y mucho más que hable de sí misma todo el rato. Esa es la crisis que nos afecta".
PRESENTE PERFECTO
Si bien Laura, la mencionada protagonista de la novela, parece vivir desdoblada entre presente y pasado, Alburquenque decide otra opción para sí: "A mí me gusta mucho aferrarme al presente. El pasado no me incomoda tanto como el futuro. Vivimos en un imperativo del que la vida es ahora, porque mañana ya no. Me gusta aferrarme al presente para reivindicar la calma, que el presente está siendo y que podemos ir contra esa urgencia que también responde a un sistema", reflexiona.
La escritora da claves de lectura para interpretar su novela: "Esta protagonista tiene estas dudas, esta ansiedad del tiempo. Está enferma del tiempo, pero en la realidad hay tiempo. Tiene que haber un espacio para respirar si no también como podríamos vivir o escribir".
"Aviso de demolición" está lleno de presente. Laura, tras perder ese hogar familiar, vive la vida habitual de los jóvenes profesionales, lo que incluye el arriendo. Este cambio de perspectiva de lo que significa el hogar es abordado por la autora: "En el libro está la posibilidad de que el cuerpo es una casa que siempre vas a estar habitando, que se va amoldando a los distintos territorios".
"Hay posibilidades que se empieza a desmantelar", continúa, en una reflexión que comparte con su protagonista: "Esta casa no es mía, la tengo que entregar, es un préstamo. El cuerpo de la protagonista es empujado a un tiempo donde las raíces ya no son una posibilidad real", dice.
Y agrega que considera el cuerpo como una planta que se trasplanta. "Todo puede ser un macetero, o todo puede ser una casa. Las casas se pierden, se embargan, se venden y eso ocurre sin necesariamente el trauma de la perdida", añade.
La protagonista trabaja emitiendo boletas de honorarios. Gabriela, la autora analiza los pro y contra de esta ficción que también es suya: "Lo bueno es la posibilidad de articular los tiempos. Pero ¿dónde están los horarios? Ahí empiezan los problemas. No se puede articular bien una vida como puede ocurrir con un horario laboral, tienes que estar siempre pensando en cómo distribuyes los afectos, el trabajo, la plata, cuando te van a pagar, cuando no, cuando vas a estar con plata y cuando no", asume.
Para concluir con el tema de sólo emitir boletas, apunta a uno de los derechos fundamentales, la salud: "A nivel sistema es tener con suerte Fonasa. Muchos amigos habitan el sistema como carga. ¿Hasta cuándo uno no es una carga en un sistema? Es la única opción al salir de la universidad, el instituto o el colegio. Con la pandemia la capa de free lance se extendió mucho más", dice Gabriela Alburquerque.
La escritora es tambIÉN EDITORA DE LA REVISTA VIRTUALDE LITERATURA, ORIGAMI.
"Aviso de demolición"
Gabriela Alburquenque
Los Libros de la Mujer Rota
116 páginas
$11.000
Por Cristóbal Gaete
"A mí me gusta mucho aferrarme al presente. El pasado no me incomoda tanto como el futuro. (...) La vida es ahora".
June García