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mayores tensiones que generan el encierro y los problemas económicos también están afectando la convivencia al interior de los hogares, exponiendo a los niños y niñas a situaciones que afectan su salud mental y a mayores riesgos de sufrir situaciones de violencia, maltrato y abusos. Lo anterior exige que los distintos actores sociales presenten especial atención a su situación, para protegerlos de forma integral, evitar la vulneración de sus derechos y garantizar un nivel de bienestar que les permita un adecuado desarrollo.
Más que la pobreza en sí, lo que más afecta a los niños y niñas es lo que causa la pobreza: aumenta el riesgo de exposición de niños y niñas a vulneraciones de derechos fundamentales como acceso a educación, continuidad de procesos terapéuticos, protección, recreación, y en sus formas más severas trabajo infantil, explotación sexual comercial de niñas, niños y adolescentes, negligencia en el cuidado y violencia en todas sus formas, en definitiva, falta de condiciones para promover un pleno desarrollo y alcanzar su máximo potencial.
-Unicef ha sido partidario del retorno presencial a las salas de clases. ¿Se persiste en esa idea a pesar de los malos números de contagio?
-Desde Unicef siempre hemos sido claros en favorecer un retorno a clases presenciales seguro, gradual y voluntario. Hasta ahora la evidencia científica internacional y lo que se ha podido recoger de evidencia a nivel nacional señala que los establecimientos educativos no son el principal lugar de contagio. Sin embargo, dado el aumento de la tasa de contagio comunitario, es razonable que estando en fase 1 estos cierren para evitar traslados y proteger la salud de toda la población de los territorios que están en cuarentena.
-¿Los efectos negativos de la reclusión eran mayores que los riesgos del regreso a clases?
-Sí, porque el confinamiento no sólo afecta el desempeño académico de los niños y niñas, sino toda la esfera de su desarrollo socioemocional. El principal problema en esta materia es que la pandemia y sus efectos no ha tenido el mismo impacto en toda la población, y una vez más los niños, niñas y adolescentes de más bajos ingresos son los más afectados: son los que tienen menos acceso a internet, a dispositivos adecuados para su trabajo escolar, cuentan con espacios menos adecuados para concentrarse en sus estudios y sus escuelas han tenido menos capacidad de adecuarse al modo de educación a distancia. Esto implica que si ya existía una brecha en el aprendizaje previo a la pandemia, esta solo puede crecer; si ya existía un importante número de adolescentes que desertaban del sistema escolar, para el 2020 se esperaba un incremento de un 40% de ellos; y la pérdida de aprendizajes se estimó que podía ser de 80% para los estudiantes que viven en pobreza. Esto es devastador en términos de efectos para la vida de cada uno de ellos y para todo el país a mediano y largo plazo. Eso sin mencionar el alto impacto que ha tenido en la salud mental de los estudiantes no poder relacionarse con sus pares y vivir en muchos casos situaciones de alto estrés familiar.
-¿Cuánto influye el hacinamiento de muchos de ellos?
-La situación de hacinamiento es uno de los factores que afecta las posibilidades de los estudiantes de participar en sus actividades escolares, de poder trabajar concentradamente, y es un factor de alto estrés para cualquier familia.
-Algunas familias también dependen de la escuela para dejar a sus hijos mientras los padres trabajan. ¿Hay datos de cómo se presenta esa situación incluso hoy con cuarentenas? Y la alimentación que se da en los colegios, ¿es importante?
-Los establecimientos educativos cumplen una función en la vida de los estudiantes que va mucho más allá del aprendizaje. Es el espacio natural para su desarrollo social y emocional, donde se encuentran con pares y desarrollan otras habilidades que no son solamente las cognitivas. Efectivamente para muchos la alimentación que se entrega es clave; también lo es el apoyo social o emocional que entregan los profesores cuando la vida en las familias es compleja, y claramente es un apoyo importante para que los adultos de la familia puedan ir a sus trabajos sabiendo que los hijos e hijas están en un espacio seguro. No contar con esta posibilidad tensiona la vida de las familias, pero frente a una pandemia como esta, el criterio de su cierre está en manos de la autoridad sanitaria. El llamado es al mundo del trabajo, a los empleadores, a ser flexibles y dar a sus empleados todas las facilidades considerando que este es un tiempo excepcional. También es fundamental el apoyo que las familias puedan recibir del Estado para ejercer de manera más tranquila su tarea de crianza en tiempos en que las dificultades en generar ingresos están siendo graves para miles de familias.
-La reclusión, ¿supone un riesgo de aumento de la violencia entre niños y niñas?
-No sé si hablaría de reclusión a lo que estamos viviendo. Si bien estamos restringidos de circular libremente, esto es una medida pensada por un bien común que es evitar que se contagie y muera más gente. No un castigo. Sin embargo, siguiendo en esa línea, efectivamente para muchas familias esto ha sido vivido así y ha generado mayor dificultad en las relaciones y aumento en indicadores de estrés, depresión y violencia. El cuidado de la salud mental de la población es un tema en el cual tal vez podrían tomarse mejores medidas, por ejemplo, que niños y niñas tuviesen horarios para salir a la calle, o a una plaza en compañía de un adulto. Esto sería un beneficio para la vida de la familia, y en espacial de niños y niñas que han visto ya muy restringidos sus derechos en esta pandemia.
-¿Y lo hay de mayor violencia intrafamiliar, de los padres a los hijos, por ejemplo?
-Efectivamente, durante el contexto de pandemia, las familias -y también sus niños, niñas y adolescentes- han enfrentado diversas situaciones que aumentan el estrés familiar. Primero, previo a la pandemia, ya existían factores de riesgos que exponían a niños y niñas a maltrato por parte de sus cuidadores. De hecho, en 2017 la Encuesta Longitudinal de Primera Infancia (ELPI), mostraba como resultado que seis de cada 10 niños y niñas, entre 5 y 12 años, reciben disciplina violenta de su mamá, papá o cuidador. Con la pandemia, han surgido nuevos factores que agudizan problemas familiares, como la pérdida de los ingresos económicos (familias más pobres y sin trabajo), vivir el confinamiento en espacios muy reducidos, la incertidumbre, el aislamiento social, el cierre de escuelas, etc. Familias con dificultades enfrentan mayor riesgo de exponer a sus hijos e hijas a situaciones de violencia.
-La situación anómala, ¿debilita los mecanismos de protección hacia la infancia?
-Parte importante de los efectos secundarios de la pandemia han afectado directamente a los niños, niñas y adolescentes. Con el cierre de escuelas, el aislamiento físico y social de las familias, con la saturación del sistema de salud producto del aumento de contagios, los niños y niñas van quedando aislados de espacios que en forma natural son parte de los mecanismos institucionales cogarantes y, con ello, protectores de niños, niñas y adolescentes, desde prestar contención emocional cuando expresan alguna dificultad hasta identificar con mayor oportunidad cuando están siendo maltratados. Adicionalmente esta situación "anómala" ha aumentado los obstáculos para que los servicios de protección a nivel territorial puedan actuar a tiempo y, en muchos casos, se han interrumpido o disminuido la frecuencia de atenciones de los programas que trabajan con niños y niñas y familias -para el caso de protección especializada-, debilitando más aún los mecanismos de protección.
-En cuanto a la educación misma, no todos los niños tienen posibilidades de educación telemática. ¿Cuán grave es esa situación y hay manera de superarla?
-Es sin duda muy grave, y como señalaba antes, tendrá consecuencias inmensas para los mismos estudiantes, pero para toda la sociedad. Si bien este es un problema que afecta en mayor medida a estudiantes de sectores rurales, también sabemos que hay comunas urbanas donde las empresas de telecomunicaciones no llegan con sus servicios. Esto no es aceptable en ningún caso y menos en una situación como la que hoy se vive en el mundo donde el aprendizaje de generaciones completas depende de la conectividad. El acceso a internet y a un dispositivo como base para poder aprender debiera ser materia de preocupación no sólo del Mineduc, sino también de la Subsecretaría de Telecomunicaciones, la Subsecretaría de la Niñez, y el sector privado que debiera ser activo en proveer este servicio. Los costos a pagar por la falta de aprendizajes pueden ser mucho mayores a la larga que invertir en computadores y acceso a internet para todos los estudiantes que hoy lo requieren.
-Aunque estuvieran las condiciones de educación a distancia, ¿aumenta, aun así, la dificultad de aprendizaje?
-Lo que pasa es que más allá de la disponibilidad de "laptop" y "tablets" y del acceso a internet, hay grupos de estudiantes que requieren de un apoyo más directo y especializado. Esto pasa por ejemplo con los niños más pequeños para quienes estar frente a una pantalla no es tan bueno y además no tienen la capacidad de sostener su atención por mucho tiempo. Lo mismo con los estudiantes que tienen dificultades de aprendizaje, y más aún para niños, niñas y jóvenes con necesidades educativas especiales. En estos casos claramente el uso de la educación a distancia tendrá un impacto bastante limitado.
-Usted ha defendido la idea de un "ingreso mínimo garantizado", pero que sean sensible a la niñez. ¿Podría explicarlo?
-La pobreza afecta especialmente a la infancia: 23% de los niños, niñas y adolescentes viven en situación de pobreza multidimensional, es decir, sus derechos se ven afectados en términos de protección, desarrollo y su capacidad de participación. En el marco de la discusión nacional e internacional sobre "ingresos mínimos o básicos garantizados", desde Unicef hemos propuesto priorizar a las familias que son responsables del cuidado de niños, niñas y adolescentes, como pilar central de un Piso de Protección Social sensible a la niñez, que favorezca una protección integral de los derechos de la niñez y permita su adecuado desarrollo.
En el actual contexto de pandemia, es especialmente preocupante la situación de las mujeres jefas de hogar, quienes han sido más afectadas por el desempleo y que enfrentan una situación muy compleja para conciliar los tiempos de trabajo con la maternidad, especialmente mientras se mantengan las clases interrumpidas.
-¿Qué consecuencias puede tener toda esta situación en las nuevas generaciones?
-Como ya advirtió el secretario general de Naciones Unidas, la pandemia ha llevado a que enfrentemos una catástrofe generacional, que amenaza décadas de progreso y va a incrementar las desigualdades que ya afectaban fuertemente a los más vulnerables. Hay que tener siempre presente que el cierre de las escuelas tiene importantes efectos en los niños, niñas y adolescentes, no sólo en términos de aprendizajes sino también en su proceso de formación, socialización y desarrollo socioemocional. A nivel internacional, se anticipan dos riesgos gravísimos sobre los cuales tenemos que actuar con mucha decisión. En primer lugar, apoyar el desarrollo de la lectoescritura de niños y niñas a edades oportunas, con el fin de que puedan seguir su desarrollo y aprendizaje en tiempos oportunos. En segundo lugar, potenciar los vínculos de los jóvenes con su comunidad escolar y reencantarlos con sus aprendizajes, con el fin de evitar la deserción y promover que completen su educación media.
-¿Tan marcado es el riesgo de deserción?
-Así es. Es por ello que desde Unicef hemos insistido fuertemente en la importancia de reabrir las escuelas apenas existan las condiciones sanitarias para hacerlo. Asimismo, hemos insistido en la necesidad de avanzar con decisión en la implementación de programas de reinserción escolar, poniendo especial foco en la perspectiva de género. Las mujeres jóvenes requieren mayor apoyo para seguir sus trayectorias de estudio y laborales y no ser las únicas responsables de los cuidados en el hogar.
-Entonces, una vez superado lo más crítico, ¿de vuelta al colegio?
-Sí. Sin duda. Los colegios deben ser lo primero en abrir y lo último en cerrar.
unicef ha reiterado que los colegios deben ser los últimos en cerrar y los primeros en abrir en pandemia.
"El acceso a internet y a un dispositivo como base para poder aprender debiera ser materia de preocupación no sólo del Mineduc, sino también de la Subsecretaría de Telecomunicaciones, de la Niñez y del sector privado".
"Es muy importante enseñar a los niños y niñas a prevenir el contagio, lavándose las manos, quedándose en casa, manteniendo la distancia física. Es importante que ellos también tengan conductas preventivas".